México ha vivido una transformación silenciosa pero profunda en los últimos años: la energía se ha convertido en el hilo que conecta la industria, la vivienda y el entorno digital.
Hace 0 minutos
COMPARTIR
Foto: Tania Tamayo
Cada nuevo parque industrial, cada centro de datos refuerzan la necesidad de un sistema más inteligente, capaz de acompañar el crecimiento del país con estabilidad y eficiencia. Durante décadas, la infraestructura eléctrica fue diseñada para una realidad distinta: flujos unidireccionales, demanda predecible y centros de consumo concentrados.
Hoy, ese modelo se redefine ante un entorno donde la generación renovable, la electrificación de la industria y la digitalización multiplican los puntos de conexión y amplían la necesidad de confiabilidad; la energía ya no sigue un solo camino, sino que fluye entre múltiples actores que producen, consumen y gestionan en tiempo real.
El desafío actual no consiste únicamente en aumentar la capacidad del sistema, sino en hacerlo más flexible y resiliente; la digitalización está impulsando ese cambio: permite monitorear la red, anticipar fallas y optimizar la distribución de la energía a partir de datos precisos. Con el apoyo de la automatización, la red eléctrica evoluciona de un esquema estático a una infraestructura dinámica, capaz de adaptarse a la variabilidad de la demanda y responder con agilidad ante condiciones adversas.
“La energía ya no sigue un solo camino, sino que fluye entre múltiples actores que producen, consumen y gestionan en tiempo real”.
En este contexto, las microredes surgen como un punto de inflexión. Estos sistemas integran generación local, almacenamiento y control digital para operar de forma autónoma o conectada al sistema principal según las condiciones.
Su valor se ha comprobado en distintos sectores: en Estados Unidos, por ejemplo, una red de plantas de Bimbo Bakeries incorporó una microred con tecnología de Schneider Electric para reducir su dependencia de la red convencional, optimizar su consumo y mantener la operación continua aun durante interrupciones del servicio. Casos como este ilustran el potencial de las microredes para garantizar continuidad y eficiencia en entornos industriales y urbanos. El avance de las redes inteligentes y las microredes no sólo responde al crecimiento de la electrificación, sino que también impulsa un modelo energético más sostenible y descentralizado. Cada innovación, desde la integración de energías renovables hasta el almacenamiento mediante baterías, contribuye a aprovechar mejor cada kilovatio, fortalecer la seguridad energética y acelerar la transición hacia un sistema bajo en carbono.
La infraestructura del futuro no se construirá de un solo trazo; requerirá colaboración entre sectores, visión de largo plazo y una apuesta constante por la innovación tecnológica. Además, el reciente cambio regulatorio que facilita la instalación de microredes de menor escala crea un entorno favorable para que México comience a adoptar estos proyectos con mayor agilidad y visión estratégica.
Pero su rumbo ya está definido: un México más conectado, con una red eléctrica resiliente y eficiente que impulse el desarrollo tecnológico y energético del país.